En la obra No Exit de Sartre de 1944, esto no se trata de odiar a las personas, sino de cómo los demás pueden definirnos de maneras que no podemos controlar. Sartre, un existencialista, creía que nuestra identidad puede sentirse “atrapada” en las percepciones y juicios de los demás, creando una especie de infierno psicológico.
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